Día Internacional de la Mujer

“No digas que tienes planes de casarte y mucho menos de tener hijos cuando vayas a tu entrevista de trabajo”…

“Que no te vean el anillo de compromiso”…

“No digas que estás embarazada porque no te van a contratar”…

“La contraté porque ya tiene 4 hijos, seguro no se avienta el quinto y me ahorro la incapacidad”….

¡Y así!  Así la lista de “recomendaciones” cuando me encontraba en una etapa particular de mi vida o ya trabajando dentro de una empresa. Seguro tú has escuchado otras tantas y la lista sería interminable.

Siempre me ha parecido que la gente se confunde cuando te felicita el 8 de marzo por el Día Internacional de la Mujer. No. Ese día no se festeja, no se mandan flores, ni felicitaciones con mensajes bonitos. 

Ese día… ese día se conmemora. 

Se conmemora la histórica lucha de las mujeres por la igualdad de oportunidades respecto a los hombres, en el ámbito económico, político y social.

Y vaya que en esta búsqueda de igualdad, nuestra vida se ha vuelto como la de un malabarista de circo. Malabareamos entre nuestro trabajo, profesión, hijos, casa, mascotas, clientes, etc. Y la historia se repite. Vi a mi mamá ser malabarista, veo a mis amigas también y mis hijas me ven a mí. Afortunadamente tengo un esposo más feminista que yo, que con el ejemplo, le enseña a nuestras dos hijas que la igualdad se busca en todos los aspectos de la vida; en lo social, en lo económico, en el trabajo, pero también en la casa.

Le “entra” a la limpieza a la par que yo le “entro” económicamente.

Pensando en este día, creo que todas tenemos en nuestra historia y en nuestra familia, mujeres fuertes a quien podemos conmemorar. Las mujeres de mi familia  lucharon y luchan por salir adelante y de alguna forma u otra, han sido ejemplo para ser quien soy, para hacer lo que hago y a la vez, inspirar a mis hijas para que sean mujeres independientes, fuertes y valientes.

Mientras lees estas líneas, piensa en las mujeres que te han inspirado, familia, amigas, conocidas o figuras públicas.

Para mí, mis dos abuelas, sin quererlo me enseñaron muchísimo. Tuve el privilegio de crecer y de convivir con ellas muchos años de mi vida.  Mi abuela materna Carmela (“Yica” la llamaba yo) fue una mujer de gran corazón, cariñosa, fuerte, valiente, muy inteligente y educada a la antigua, la recuerdo todos los días porque ahora veo en mis hijas muchas de las cualidades que ella tenía. Y mi abuela paterna Magdalena, quien fue una mujer incansable, alegre, paciente, cariñosa y con un gran espíritu aventurero en el interior.

Y mi mamá. Puedo decir que ha sido mi gran maestra. Maestra de profesión y maestra de vida. Mujer incansable, de carácter fuerte pero con un gran corazón, siempre dispuesta a dar, más que a recibir. Me enseñó desde pequeña a valorarme, a decidir, a establecer límites. Con el ejemplo, me enseñó que tenía que trabajar para salir adelante, para no tener que pedir. A creer en mí, a desarrollar mi personalidad y no temer por sentirme segura, preparada y exitosa. 

Y finalmente a mis primas y amigas.  Mercadólogas, doctoras, comunicólogas, diseñadoras, economistas, solteras, casadas, con hijos o sin ellos, sepan que ustedes son inspiración. Su lucha por la igualdad, es la lucha de muchas mujeres en un país en el que la situación es alarmante.  Tenemos la capacidad y la autonomía de decidir cómo queremos vivir y lo que queremos lograr, porque honramos nuestra vida y es la oportunidad de enseñarle a nuestros hijos e hijas el poder que representamos en esta sociedad.

#DíaInternacionaldelamujer

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