Día de las madres

Hoy celebramos el día de las madres y considero, que más que ser un día de festejos, es para reflexionar.

A quienes tenemos madre (¡mucha!) y a quienes somos madres (¡también mucha!) debemos agradecer que con un abrazo, tenemos la capacidad de decir que todo va a estar bien sin decirlo, que tenemos la capacidad de sanar con palabras, con una mirada, con un gesto, con un regaño. Que tenemos la capacidad de estar.

Nunca he sido partidaria de celebrar este día en grande, un detalle, un mensaje, una flor, se pueden dar cualquier día. Más que agradecer todos los “sacrificios” que hicieron por nosotros, agradecer que, a través de ellas persistan las tradiciones, las costumbres, los legados y la educación. Las recetas de nuestras abuelas y bisabuelas, las costumbres de cada familia, las tradiciones, las historias. 

Agradecer, que por segundo año consecutivo nos hemos ahorrado el festival de las madres que cada año es un momento de estrés. Justo la semana pasada, recordábamos durante la cena estos festivales: el de las canciones de timbiriche, el de las rancheras, el de los países, el de la tabla gimnástica y aunque, en el momento todo es sonrisas y lágrimas, la realidad es que a veces se volvía un dolor de cabeza toda la producción previa al festival. Es agotador. Que si todo el salón se viste igual, el peinado, el moño, el zapato, la levantada temprano, la llegada 1 hora antes para tener buen lugar, las mamás intensas que se enojan por las que se meten, por las que apartan, por las que invitan a toda la familia, las que llegan tarde, en fin. Y no digo que no disfrute los tres minutos del baile de mis hijas, al contario en esos minutos te das cuenta que todo valió la pena.

Agradecer que ahora con la pandemia nos ahorramos el tráfico de esta ciudad caótica que independientemente del día de la semana en el que caiga el 10 de mayo, es de terror tratar de llegar a cualquier lugar. Y aprovechar estos momentos para realmente compartir con nuestros hijos, un tiempo, alejados de las pantallas y conectados con ellos. 

Agradecer que nos ahorramos las fotos en FB de lo maravillosas que somos, súper peinadas, maquilladas y arregladas junto con nuestros hijos como si estuviéramos así todos los días. Cuando la realidad es que al terminar el día agradecemos que sobrevivimos a un día más.

En fin… agradecer que aún pasando por todo esto, quienes somos mamás, somos afortunadas de amar de forma incondicional a nuestros hijos.

Agradecer.

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