Cuando decides que tienes un propósito de vida, dejas atrás el miedo y te decides a dar el gran salto a emprender….
Hace 14 años estaba embarazada de mi primera hija, me sentía con una gran responsabilidad de tener el tiempo de estar con ella, de verla crecer y de brindarle la dedicación que ella se merecía.
Trabajaba en una empresa de tiempo completo y aunque tenía poco tiempo para mi, recibir mi sueldo cada 15 días, me daba tranquilidad.
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Cuando nació mi hija pensé que sería buena idea plantearle a mi jefa, Directora de Recursos Humanos, una serie de opciones para seguir trabajando. Consideré la opción de hacer home office unos días o trabajar medio tiempo presencial y medio tiempo en casa, sin embargo su respuesta fue un determinante “no”. Es una realidad que hace 14 años, al menos en México, las empresas no tenían la cultura de trabajo en casa, no había lineamientos, procesos, procedimientos y la cultura laboral no era flexible en ese sentido.
Siempre me ha gustado trabajar. Nada como tener independencia económica, por un lado, y realización profesional por otro. Pero de estar acostumbrada a tener un sueldo fijo a tener que buscar qué hacer para lograr mantener esa independencia y esa realización que tanto bien me hacían, me daba miedo, mucho miedo.
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Que el miedo no eclipse tus ganas de comerte el mundo.
NUNCA… Por eso, te voy a platicar cómo fue que me decidí a emprender, a pesar del miedo, pero con un propósito en mente.
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Creo que la mayoría de las emprendedoras, emprendemos con miedo, miedo a la incertidumbre, a si nos va a ir bien, a si lo vamos a poder hacer, etc. pero si vemos el miedo como un aspecto a nuestro favor, fungirá como esa adrenalina que nos impulsa a actuar de forma determinante y a despertar nuestro potencial para lograr algo.
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Identificar nuestro propósito al momento de emprender, también es un aspecto crucial que nos impulsa a avanzar al siguiente nivel. Mi propósito siempre fue tener tiempo para mi hija, pero conforme ella fue creciendo y sus necesidades fueron incrementando, mi propósito me llevaba al siguiente nivel, poco a poco tuve más clientes y ellos me fueron demandando más servicios.
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Atrévete. Siempre dar el primer paso es difícil, se necesita determinación y mucha fuerza para iniciar, no te sabotees, que la historia que te estés contando siempre sea de éxito, el camino nunca será fácil por que siempre te encontrarás con piedras en el camino, pero la disciplina y el enfoque te guiarán para cumplir tus objetivos.
Finalmente una vez que comienzas a trabajar por tu propósito te das cuenta que comienzas a recibir los frutos del esfuerzo, comienzas a impactar positivamente en tu vida y te sientes empoderada, abundante y con libertad.
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